• ¿Es un trastorno del procesamiento sensorial o un problema de comportamiento?

    ¿Su hijo se agita en su asiento, se apoya en sus brazos o se acuesta en el escritorio durante el trabajo escolar y se desconecta? ¿Se sobresalta con cada sonido, se retuerce cuando alguien la toca o se roza contra ella, se queja de picazón en el cabello o las etiquetas de la ropa y se derrite? Cualquiera de estos comportamientos resulta en la incapacidad de prestar atención a la tarea en cuestión. Pero, ¿es realmente un problema de comportamiento? Mire la lista a continuación y vea si alguno de estos se aplica a usted:

    • Me tropiezo o tropiezo con cosas.
    • No estoy seguro de pisar cuando camino por las escaleras.
    • Me siento abrumado en grandes tiendas.
    • Evito o uso guantes durante las actividades que ensucian mis manos.
    • Evito hacer cola y a menudo siento que las personas se acercan demasiado a mí.
    • Disfruto tocando a las personas (acariciando, sosteniendo su mano) cuando les hablo.
    • Trabajo en dos o más tareas a la vez.
    • Silbo, tarareo o canto cuando trabajo.
    • Me lleva más tiempo que otras personas despertarme por la mañana.

    ¿Te sorprende alguno de estos? La primera vez que completé mi “Perfil sensorial” (evaluación sensorial), tuve ganas de leer un horóscopo lleno de percepciones sorprendentes sobre mi persona. Me sentí aliviada e incrédula de que esas sensaciones fueran “una cosa” y que las personas que mastican con la boca abierta, escuchen la música o se mordisqueen el olor a atún enlatado tienen una razón válida para ser molesto.

    Todos tenemos preferencias, pero, en general, logramos “lidiar” con los desagradables a través de mecanismos de afrontamiento aprendidos o simplemente por pura voluntad. Además, existen diversos grados de problemas de procesamiento sensorial. Pueden variar desde preferencias leves hasta respuestas extremadamente fuertes. Una respuesta extremadamente fuerte a los estímulos sensoriales se atribuye a la incapacidad del cerebro para “atenuar” o aumentar (modular) las señales sensoriales que resultan en una respuesta inadecuada: un colapso o la ausencia total de una respuesta. La incapacidad para modular la información sensorial se llama trastorno del procesamiento sensorial o SPD.

    Ahora, si puede recordar una situación en la que tuvo una respuesta sensorial extremadamente fuerte, trate de imaginar cómo es para un niño que no sabe lo que está sucediendo y no le importa ser cortés al respecto.

    Las personas con problemas de procesamiento sensorial pueden responder en exceso o no responder a los estímulos sensoriales. Los terapeutas usan cuestionarios o evaluaciones para descubrir el “perfil sensorial” de una persona. Cuando sabemos qué es lo que “la excita” o lo que él necesita para “despertarse”, podemos ayudarlo de varias maneras. Primero, podemos ajustar el entorno: luz, niveles de ruido, temperatura, ropa, etc. Segundo, podemos prescribir una “dieta sensorial” que, por lo general, no involucra alimentos. Una dieta sensorial es una lista personalizada de actividades y modificaciones para “tonificar” el sistema nervioso y establecer respuestas adaptativas, p. un niño hiperactivo necesita movimiento y estimulación que incluye trabajo pesado como empujar un carrito de compras, caminar con oso, saltar en un trampolín, etc.

    Entonces, ¿cómo saber si es un problema de comportamiento o sensorial? Bueno, pueden ser ambos. Pero, en general, los niños “sensoriales” responden cuando se soluciona su problema sensorial. Mi hijo de siete años solía derretirse todas las mañanas porque sus zapatos se sentían demasiado flojos. Pensé que solo quería perder el tiempo en lugar de ir a la escuela, así que lo senté y tiré de sus cordones hasta que mis dedos se pusieron blancos, lo miré y asintió con la cabeza: “Sí, eso está bien, gracias”.